jueves, 25 de agosto de 2011

1era,2da y tercera OLA de ALVIN AFFTER


Antes de la primera ola de cambio, hace unos 10.000 años, la mayoría de las personas vivía en grupos pequeños a menudo migratorios, y se alimentaba de frutos silvestres, la caza, la pesca ó la ganadería. En algún momento hace unos ocho o diez milenios, se inició la Revolución Agrícola, que progresó lentamente por el planeta, creando poblados, asentamientos, tierras cultivadas y un nuevo estilo de vida. A finales del siglo XVII, aún no se había agotado esta primera ola de cambios, cuando estalló en Europa la Revolución Industrial, que desencadenó la segunda gran ola de cambio planetario. Y a mediados de 1950, silenciosamente irrumpió la tercera ola, detectada cuando se descubre que el número de empleados fabriles, había sido superado por los empleados del sector servicios (turismo, comunicaciones, informática, espectáculos, gestión cultural, servicios profesionales, servicios financieros, etc.). La primera ola dominó en solitario la Tierra hasta los años 1650-1750 de nuestra era. A partir de este tiempo, la primera ola fue perdiendo ímpetu, a medida que lo cobraba la segunda, la Revolución Industrial, la cual se completó en apenas 300 años, lo que indica que es posible que la tercera ola en que estamos se complete en unas pocas décadas. En la Europa del siglo XIX, muchos pensadores, empresarios, políticos y gente corriente tenían ya una imagen clara del futuro. Percibían que la historia caminaba hacia el triunfo final de la industrialización sobre la agricultura pre-mecanizada y previeron con notable exactitud muchos cambios que traería la segunda ola, tecnologías más eficaces, ciudades mayores, transporte más rápido, instrucción, comunicación de masas, etc. Esta claridad de visión produjo efectos políticos directos y partidos y movimientos políticos pudieron trazar sus planes con respecto al futuro. La imagen del futuro se fractura –afirman los autores Alvin y Heidi Toffler- cuando una sociedad se ve asaltada por dos o más gigantescas olas de cambios y ninguna de ellas predomina claramente. Se torna en extremo difícil precisar la significación de los cambios y conflictos que surgen. Creando tensiones sociales, generando esa aparente incoherencia en la vida política fruto de la confusión, reflejándose en una desintegración colectiva de la personalidad. Posiblemente generando el individualismo, la atomización y la consiguiente desmovilización social de que hoy somos testigos.

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