CINE BOLIVIANO:
actual desde la crítica Los periodistas Santiago Espinoza y Andrés Laguna escribieron Una cuestión de fe. Historia (y) crítica del cine boliviano de los últimos 30 años (1980-2010.
“Pretendemos que este libro sirva de base de estudio para el cine boliviano. Es una aproximación historiográfica al cine nuestro a partir de la crítica, es el primer libro de crítica cinematográfica del país y, a la vez, es una reivindicación del cine boliviano y de la crítica”, explicó Laguna en contacto con Página Siete.
“Esta obra que la volvemos a presentar en La Paz (la primera ocasión fue durante la pasada Feria del Libro) es una forma de invitar a conocer el cine boliviano reciente porque no hay mayor bibliografía del quehacer cinematográfico actual y eso limita su consumo y, a la vez, su crítica”, agregó a su vez Espinoza.
Ambos autores comentaron que el título del libro fue tomado de Cuestión de fe, cinta de Marcos Loayza, y es una continuidad de su anterior obra titulada El cine de la nación clandestina.
“En Bolivia hay crítica de cine, mucho más que antes, pero hay que precisar y distinguir entre la crítica periodística y la académica. En nuestro país abunda la del primero tipo y es necesario fomentar la del segundo”, sostuvo Laguna.
“En el libro se podrá encontrar la crítica de las cintas nacionales más representativas de los últimos años; cada una de ellas constituye una unidad que va formando un todo”, comentó Espinoza.
Finalmente, Laguna señaló que el objetivo del libro es que el público se acerque a su cine. “El texto pretende despertar un mayor interés entre el público boliviano por su cinematografía”.A partir de los años noventa, movimientos contradictorios han afectado la narrativa y las prácticas cinematográficas en Bolivia. La promulgación de una Ley de Cine y la creación del Consejo Nacional de Cine y del Fondo de Fomento Cinematográfico han venido acompañadas de una seria crisis en el mercado cinematográfico interno.
CINE EUROPEO:
A partir de los años setenta, el cine europeo evoluciona a partir de los proyectos individuales de cada uno de los directores que buscan proseguir su carrera superando todos los obstáculos que, realmente, se le cruzan en su camino. No se puede decir que cada cinematografía tenga unas señas de identidad como grupo; existen proyectos singulares, rutinarios, originales, provocadores, insulsos, pretenciosos y aburridos. El público europeo continúa accediendo a las salas con el fin de visionar cine estadounidense; el interés por el cine propio destaca, de manera especial, en Francia, gracias a un sistema de financiación que permite acometer empeños de mayor fuste. El resto de cinematografías buscan sobrevivir en el corto espacio que le queda, con las ayudas de las Administraciones nacionales y los fondos europeos que intentan dinamizar un mercado mortecino y paliar las deficiencias existentes.
CINE NORTEAMERICANO:
Lo primero que hay que decir es que el norteamericano concibe el cine como una potencia industrial y no como un arte, y es que la industria del ocio cinematográfico es una de las más importantes del país. Hay que tener en cuenta que las mejores (Fox, Disney, Paramount...) juegan un papel muy importante ya que son las que imponen las temáticas de las películas, creando únicamente aquello que da rentabilidad, es decir, se olvidan del arte cinematográfico como tal. Esto no ocurre por ejemplo, en España y en otros países donde se dan importantes subvenciones al cine, lo que posibilita una mayor libertad creativa. Por otro lado, hay que tener en cuenta que la gran mayoría de películas que se hacen en EEUU son exportables al resto del mundo, por lo que la películas que crean son homogéneas para un público global, aunque siempre respetando los valores de la sociedad norteamericana ya que con su cine hace que adoptemos sus hábitos y valores sin darnos cuenta.
CINE INDU:
El cine popular indio se caracteriza por un desarrollo individualizado y unas formas que se distinguen del resto de cines. Este cine al igual que otras cinematografías refleja la política, la economía, la sociedad y la cultura del país, de manera que este al igual que otros se convierte en una herramienta para comprender al país en cuestión.
El cine indio no solo refleja esa cultura sino que también la moldea y en algunos casos la crea. El cine popular indio ha sido un vehículo para promover el cambio en la India para acercarse a las costumbres de occidente. Con los cambios que eso supone en una sociedad tan estructurada como la india. Temas como, la diferencia entre clases sociales, la pobreza, la injusticia, el amor, la emancipación de la mujer, los derechos de las minorías, etc.
El cine popular indio ha evolucionado hacia un modo de representación único para un mercado. Esta forma de representación mezcla música y baile, tradición y modernidad, de manera que a través del cine comercial indio podemos entrar en el mundo visual (estético) de la cultura india. Como forma de arte, el cine no es un arte indio como lo es la poesía, el teatro o la danza. Es un arte importado de occidente, pero rápidamente asimilado a la cultura india.
El descenso en la capacidad adquisitiva de la mayoría de la población, el acceso a la televisión, al vídeo y al cable, así como la enorme expansión de la piratería en el soporte de vídeo, han provocado un cierre masivo de las salas de cine y de las empresas distribuidoras independientes. En consecuencia, existen mejores condiciones para hacer cine, pero las posibilidades de recuperar en taquilla los costos de producción son cada vez más remotas. Ante este problema, hay quienes plantean seguir reflejando la mirada local y nacional, con todos sus conflictos y sus rivalidades. Hay quienes vuelcan su mirada al pasado, hay quienes intentan vestir al cine de mujer o de indígena, hay quienes lo han dado por muerto y se han dedicado a actividades más lucrativas o, por lo menos, no tan riesgosas. Hay también quienes han optado por un cine comercial, con contenidos “universales” que permitan interesar a un coproductor o vender la película en el mercado extranjero.
El mercado internacional es un dios difícil de complacer, sin embargo. Pide como requisito elemental terminar la película en 35mm, con sonido dolby estéreo y la participación de actores internacionales. Todo eso encarece los proyectos, desdibuja los contenidos, estandariza los guiones, limita la temeridad estilística, convierte el modesto cine de un país de pioneros en una imitación barata de Hollywood.
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